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dimarts

CONSEJOS



Me inquieta el número de jóvenes que en los últimos tiempos piden consejo. Qué debo hacer, qué libro debo leer, qué estudiar o qué caminos abandonar, cómo puedo conciliar lo que sueño con el paisaje desolado en que ustedes, los mayores, me han convertido el horizonte. Cuando preguntan cosas así, intento abrir camino a la esperanza. Lee esto, prueba con aquello, viaja a tal sitio. Traza tu camino con sentido común y con decencia. Pero hay días en que ese discurso no me sale. Soy de la generación que ha colaborado en armar esta trampa infame, la ratonera donde viven atrapados tantos jóvenes dolorosamente lúcidos. No siempre puede transmitir esperanza quien a veces no la tiene. Hace unos días, durante uno de los breves contactos que mantengo con lectores y amigos a través de la red social Twitter, me encontré dando a uno de ellos, que preguntaba qué leer con veintisiete años y en paro, una respuesta inquietante para mí mismo: «Un libro para aprender idiomas y largarse, o uno donde aprender a fabricar cócteles molotov».

Lo de la coctelería era broma, hasta cierto punto. Pero la primera parte del consejo me salió sincera. A veces creo que esto no tiene solución. Que este país irresponsable, históricamente enfermo, está condenado a repetirse a sí mismo hasta la traca final. Y en cada ocasión recuerdo lo que, de niño, oía a mi abuelo paterno, que era lúcido, culto, republicano, y usaba sombrero, sobre todo para quitárselo ante las señoras: «Arturín, aprende francés, que es muy triste ir al exilio sin hablar idiomas». Le hice caso, y hablo un francés de puta madre. También, a menudo, uso sombrero. Pero entre viajes y libros se echaron los años encima. Ahora ya me da igual irme o quedarme. Estoy cansado. Soy demasiado mayor, y hay días en los que sólo me levanto con ganas de morir matando.

España fue, durante siglos, muchas cosas buenas y malas. Hoy es algo parecido a intentar introducir una especie de barra o varilla por una serie de piezas hechas con agujeros desiguales: cada uno de un diámetro diferente, hechos de materiales distintos y situados en diferentes posiciones. No hay pulso que enhebre el invento, ni posibilidad de que nadie alinee aquello y funcione la maquinaria. Sin embargo, me resisto a creer que nada pueda hacerse. No escribiría estos artículos, en tal caso. Sigue habiendo, pese a todo, gente que lucha y se arriesga, empresarios dignos, funcionarios decentes, jóvenes solidarios y valerosos capaces de levantarse y trabajar cada mañana. De pelear, si hace falta. Amigos en quienes esperar y confiar. Por eso duele más. Por eso ulcera el alma verlos maltratados por estas diecisiete Españas injustificadas, egoístas y ladronas, donde las ratas y los chacales depredan a su aire, envidiándose y odiándose a partes iguales, desmontando cuanto hace posible el respeto y la convivencia. Esa gentuza iletrada, infame, que ha hecho de la política su forma de vida y de nosotros su negocio, desvalija el país y se lleva por delante las instituciones en su ávida carrera por el dinero y el poder. Destroza el futuro. La impunidad de esos golfos la garantizan millones de ciudadanos apáticos sentados ante el televisor, viendo el fútbol y a Belén Esteban mientras aceptamos, aborregados, que nos conviertan en un país miserable, cutre, exclusivo para turistas baratos de cerveza y vomitona. Un lugar sin industria ni recursos propios, sin clase media, hecho de buscavidas y mendigos, de subvenciones mientras las haya, de putas y camareros. Dicho sea con todo el respeto para las putas y los camareros. Que, a este paso, serán quienes nos den de comer.

Algún retorcido consuelo queda de todo esto: a los principales culpables los hemos parido y votado los padres de esos jóvenes. Salen de nuestra entraña desde hace cuatro décadas. Los engordamos a nuestra costa, tarados por una dictadura anterior que nos hizo acríticos e ignorantes. El mayor homenaje a nuestra imbecilidad nacional tuvo lugar en el Senado hace unas semanas, el primer día que allí se utilizaron las diversas lenguas oficiales con traducción simultánea y pinganillo. Ésa es la España que los días de cabreo extremo, cuando aconsejo, como mi abuelo, tener idiomas y una maleta por si hay que largarse, quisiera ahorrar a los jóvenes más lúcidos: un andaluz medio analfabeto, presidente autonómico, hablaba con torpeza en catalán mientras otro andaluz casi tan analfabeto como él, vicepresidente tercero del Gobierno, escuchaba mediante un auricular la disparatada traducción a una lengua, el castellano, que ambos conocían -decir dominaban es excesivo- casi perfectamente. Y mientras, en sus bancos, encantados de estar allí, los cómplices de esos dos sujetos aplaudían.


dimecres

ODAGLOHACINOREV


The macrobiotic diet is an extreme form of the vegetarianism combined with ideas derived from the Zen philosophy Buddhist who has found great acceptance between the believers in the natural nourishment and the "biological" food, as well as among much dissatisfaction with the social established order and the modern food industry. Your supporters cross ten levels of dietetic restriction until they feed only of cereals.

The macrobiotic diet it classifies to the food in two categories: ying (passive food) and yang (active food). A balance must exist between food ying and yang to achieve the health and the physical and mental well-being. For them, some food ying is: the clams, the watermelon, the potatoes, the plums, the sugar, the honey or the garlic. The meat of horse, the eggs of hen and of duck, the pork and the caviar are yang. The cereals, vegetables and vegetables offer the best balance between the ying and the yang.

Problems of dehydration East system advises a limitation in the water of drink, which it can lead to serious problems of dehydration. In Spain, every time they are more the followers of this nourishing trend, and already there begin to exist enough restaurants and centres that continue this philosophy.


dimarts

LÓPEZ, RAFAEL


Nada más lejos de mi intención que tocarte nada, ni tan siquiera lo sugieras porque es un completo desatino. Cuando te digo "no te pases", lo hago porque juzgo, que en el ámbito de nuestras comunicaciones, esa manera demandante de plantear una respuesta a un compañero, Secretario General para más señas, no me parece adecuada y trato de intervenir, en un foro en el que me es propio intervenir desde que nos expones a todos nosotros a tu intempestiva demanda, de manera proporcionada y nada afrentosa. En cuanto al carácter "mordaz" al que te refieres, si lo que me pides con ello es una confirmación, te diré que ni audaz, ni perspicaz ni tampoco mordaz, de lo que has dado muestra sobrada es de tu carácter contumaz. Si te molesto con este comentario, háztelo mirar.

La sorna con la que estas manejando el tema no me parece adecuada, por si me lo preguntas; si no me lo preguntas, no lo leas, o directamente borra el mensaje. Y por qué te lo digo: verás, hay pocas cosas más ingratas que un elemento de un equipo que se esfuerce por hacer ver a todos los demás que están equivocados, porque él, de las doscientas gilipolleces que ha tenido ocasión de decir, en una de ellas va y tiene razón. O piensa que la tiene. 

Ves a lo que me refiero. Espero que cuando tengas que rectificar seas también igual de espontáneo y ocurrente.

Eso que te lo explique el que te lo ha dicho, que por cierto, no sé quién es. Nada tiene que ver con la pregunta que inició el hilo.

Te reitero, que mi "correcta" contestación fue seria, bienintencionada y proporcionada a los usos corteses de este foro. La tuya es la que se convierte en una desagradable afrenta tocapelotas y malsonante.

Si estás hablando de mis partes te ruego retires lo dicho porque no me gusta tener mis partes en tu comentario, ya sea oral o escrito. 

Por otra parte, echo en falta el mismo entusiasmo que has puesto en entrar a un trapo que no lo era, a la hora de recibir una defensa por mi parte como la que llevé a cabo recientemente cuando pusieron en solfa tu labor al frente de la secretaría que ostentas. Me temo que te he pillado en tu día maníaco. 

Por mi parte, y si no tienes nada agradable que añadir, te pueden dar por el culo.

dissabte

BABUCHAS



Una pareja de recién casados va a pasar la luna de miel a Pakistán.

Allí, mientras pasean por el mercado, oyen a un vendedor de Sandalias que parece escapado de las Mil y una Noches.

- Bengan, baisanos, bengan a mi humilde diendita, aquí bodrán combrar algo fabuloso -les incita.

El joven matrimonio entra y allí el vendedor les muestra un par de sandalias a las que les atribuye poder mágico.

-'Con ellas, bodrán hacer el amor salvajiemente, como gamellos enfurecidos' les dice.

La mujer se tienta por el comentario del vendedor, pero el hombre, atlético y viril, dice que no las necesita.

-'Bruébalas, baisano, no te arrebentirás'- insiste el vendedor.

Como su mujer está cada vez más interesada, el hombre termina por acceder (como le ocurre a todos los hombres).

Y de repente...apenas se las ha calzado.......,

¡¡una mirada feroz se dibuja en su rostro!!..
¡¡unas ansias incontenibles!!...
¡una furia que su esposa jamás había visto!.

Veloz como una fiera en celo, el joven marido agarra al vendedor paquistaní por las nalgas, le baja los pantalones y se arroja sobre él para violarlo.

-'¡¡¡Bará, bará, bará, gabrón!!!'- grita desesperado el vendedor con lágrimas en los ojos:

-'¡¡Te las busiste al revés, hijo de buta, te las busiste al revés!!!